Recordaba cuando su cuerpo comenzaba a morir sin él. Su alma se va haciendo cada vez más pequeñita, cada vez encoge a cada secado de lágrimas...
Y una vez más, añoraba el tacto de su piel. Añoraba esos fogosos y tiernos besos que la hacían sentir viva...Que le hacían creer que todo era posible y, que no existían más mundo que ellos dos.
Entrelazaban sus dedos para poder sentir que no estaban solos, que era una unión de sentimientos y que nadie más que ellos podrían romperla...
Pianos al fondo los iban acompañando, hablando por ellos. Diciendo lo que ninguno se atrevía a aclarar. Cada nota, cada sonido era una pequeña declaración que los iba sumiendo en su propio sueño onírico. Sus cuerpos, más próximos a cada segundo, se iban compaginando, se convertían en responsables de una misma mente que trabajaba en equipo.
Y, de repente...la música aumentaba paulatinamente, mientras sus labios se juntaban. Se susurraban unos a otros cuánto amor había escondidos en ellos...
Es increíble, como un simple sentimiento nos puede cambiar, nos puede alegrar o entristecer. Como cada mirada nos puede cambiar un día y del mismo modo, como un rechazo puede significar el fin de nuestra felicidad...